¿Qué más se pide hoy en día? Que el profesional tenga habilidades o competencias y valores. En cuanto a las competencias, las hay de muchos tipos, pero para efectos prácticos las clasificaré en dos, las personales y las sociales. Las personales se refieren a la capacidad de las personas para tomar decisiones, saber negociar, liderazgo y pensamiento estratégico (ver el panorama completo, a mediano y largo plazo).
Si no saben que significa cada una de estas cosas, con gusto pueden escribirme comentarios y puedo enviarles artículos o libros relacionados o bien pueden buscar en Google, ya que además todo esto les servirá para su vida personal y familiar, más allá de su vida laboral.
En relación a las competencias sociales las más importantes que las empresas piden son el manejo de conflictos, trabajo en equipo e inteligencia emocional. La relación con los demás es muy importante, ya sea con compañeros de trabajo, subordinados o jefes. Muchas veces se tiende a pensar que el jefe tiene que tratar como capataces al equipo que tiene a cargo para imponer respeto. Nada más falso. Un jefe que dice que es el jefe es una mala señal, implica que el liderazgo en ese jefe ya está por los suelos.
Por otro lado están también los valores. Deben ser personas íntegras, de una sola pieza. Que no trabajen por trabajar, sino que ese trabajo trascienda, tenga motivos más allá de ganar dinero. Hicieron una encuesta en España hace poco en la que le preguntaron a los empleados que le pide al trabajo. Y las respuestas más saltantes fueron independencia económica, posibilidad de expresar su talento, y que los deje vivir de Sábado a Domingo. ¿Por qué la gente se ha acostumbrado a eso? Con esa forma de pensar ven al trabajo como un castigo, cuando es el lugar donde pasan la mayor parte de su tiempo, por ende lo más inteligente debiera ser buscar enamorarse del mismo para disfrutar lo que hacen.
Dejaré que esta pregunta sobre como es el profesional exitoso de hoy en día la conteste también Santiago Álvarez de Mon, uno de los principales profesores IESE de España, actualmente considerada como una de las tres escuelas de negocios más prestigiosas del mundo, en una reciente entrevista que le hicieron.
“El profesional exitoso debe ser un experto en el tema que maneja, tener capacidad de expresión, ser una persona íntegra, honesta, con carácter, que sea capaz de gestionar la impopularidad de decisiones correctas pero a veces difíciles de tomar. Si no lo es, le hace la vida bastante miserable a los que le soportan y trabajan con él todo el día. Apasionados por su trabajo y que pasen la página del éxito con rapidez.
Con 2 o 3 ideas muy claras, los cimientos morales son intocables, con raíces familiares muy fuertes, aunque también los hay quienes vienen de familias rotas pero hicieron ganancia, la adversidad la mudaron en abundancia.
Uno de los valores principales que debe tener es la humildad. Es un valor que maneja bien el error y maneja bien el éxito. La humildad está educada en el aprendizaje. Te abre la mente. Estas personas cuando se han equivocado alzan el vuelo y siguen caminando. Y cuando parece que les van bien las cosas no se lo creen demasiado. (El torpe es el que cree que nunca se equivoca. El inteligente es el que se da cuenta cuando se equivoca, pero más inteligente cuando lo corrige, y más aun cuando pide disculpas.)
Otro es la constancia, la gente grande llega muy lejos porque no sólo está en “el aquí” y “el ahora”. Están pacientemente dando pasos firmes en la dirección correcta. Además es gente curiosa, y quiere rodearse de gente de talento a su alrededor. No se “comparan con”, sino que “quieren aprender de”.
Quieren gente brillante a su lado. Y es gente optimista, cuando tienen muchos motivos para ser pesimistas. Eligen el optimismo como mirada vital, justa. Y tienen sentido del humor. Creo que esto es un corolario natural de ser humilde. En lugar de tomárselo a la tremenda, tienen el humor como filtro para vivir. El humor realmente te salva de la depresión. No sólo es gente que cuenta chistes, sino que se ríen de sí mismos. Cobran distancia y perspectivas frente a sí mismos y deciden armar una relación comprensiva, amable con ellos mismos y para ello se requiere del humor. Una vez que te conoces, o te deprimes o te ríes.
El sentido del humor es el que te permite manejar el poder y no quedar pegado en sus telarañas, porque liderazgo no es sinónimo de poder. El lenguaje es muy rico, y no porque una persona ocupe el puesto de consejero delegado, de director general o de presidente tiene liderazgo. Tiene el poder, el estatus, pero no la credibilidad, la influencia, el “plus” de influencia del liderazgo. Otras personas tienen liderazgo pero a lo mejor precisamente por tenerlo no lo ven reconocido por cuotas de poder. ¿Cuánto poder tuvo Gandhi, en algunos pasajes de su vida? ¿Cuánto poder tuvo Mandela en la cárcel, aunque luego fuera pesidente de Sudáfrica? ¿Cuánto poder tenía Lincoln? Iba recogiendo errores tras errores, fracaso ras fracaso hasta llegar a la presidencia.
Toda esta gente son curiosamente seres sociales, solidarios y expansivos pero que manejan muy bien su soledad. El liderazgo tiene que ver con gente que se rodea de gente competente, influye sobre sus colaboradores pero también sabe estar en soledad. El drama del hombre moderno es que no sabe estar solo.
Con respecto al humor, si el liderazgo es un proceso de transformación, de liberar la energía y el talento de los seres humanos a los que se dirige, sí tiene que ver con institucionalizar los procesos de aprendizaje; dada nuestra condición humana, nuestra fragilidad y vulnerabilidad, siempre habrá errores. ¿Cómo manejo el error, para que sea una fuente de aprendizaje? El humor es el que te evita caer en la desesperanza, el que te evita deprimirte, el humor es el que te permite no dimitir. Creo que el liderazgo es un encargo universal que nos afecta a todos. El liderazgo es también el liderazgo de un ama de casa modesta, el liderazgo de un maestro que te hace perder el miedo a las matemáticas, el liderazgo de un médico en su consulta, que no sale en los periódicos pero que son ejercicios de influencia sobre el ser humano. Si yo fuera el directivo de una empresa, lo que me agradaría hacer es asimilarme al jardinero en un ambiente donde las plantas puedan crecer, y donde ellas crecen si tú les dejas.
Por último, un buen profesional es aquel que no está acostumbrado y centrado en el winner y el loser. Hoy puedo ser campeón, soy winner y mi ego engorda, pero mañana soy loser y me deprimo. Pero esto no es así, el concepto de éxito tiene que basarse en algo más profundo, en algo más sólido. ¿Quién define el éxito? Si lo define tu lugar en el campeonato te vas a ir a la infamia o a la depresión. Pero si soy yo quien define el éxito, seré ganador siempre. Yo he visto a mi hijo ganar partidos de tenis y le he dicho “Hoy has ganado, pero has jugado al tenis sin disfrutar” Y ha habido veces que se me ha caído la baba y realmente ha ganado el partido. Y él me dice “papá, pero si he perdido” Y yo le respondo “¿Te lo has pasado bien? ¿Has jugado tu mejor tenis, has aprendido? ¡Pues has ganado!”. El partido importante es el que se juega dentro. No estoy diciendo que no seamos ambiciosos y que no queramos ganar el partido, pero es que hay muchos partidos que sólo se pueden ganar con los demás, no contra los demás.”
Por otro lado están también los valores. Deben ser personas íntegras, de una sola pieza. Que no trabajen por trabajar, sino que ese trabajo trascienda, tenga motivos más allá de ganar dinero. Hicieron una encuesta en España hace poco en la que le preguntaron a los empleados que le pide al trabajo. Y las respuestas más saltantes fueron independencia económica, posibilidad de expresar su talento, y que los deje vivir de Sábado a Domingo. ¿Por qué la gente se ha acostumbrado a eso? Con esa forma de pensar ven al trabajo como un castigo, cuando es el lugar donde pasan la mayor parte de su tiempo, por ende lo más inteligente debiera ser buscar enamorarse del mismo para disfrutar lo que hacen.
Dejaré que esta pregunta sobre como es el profesional exitoso de hoy en día la conteste también Santiago Álvarez de Mon, uno de los principales profesores IESE de España, actualmente considerada como una de las tres escuelas de negocios más prestigiosas del mundo, en una reciente entrevista que le hicieron.
“El profesional exitoso debe ser un experto en el tema que maneja, tener capacidad de expresión, ser una persona íntegra, honesta, con carácter, que sea capaz de gestionar la impopularidad de decisiones correctas pero a veces difíciles de tomar. Si no lo es, le hace la vida bastante miserable a los que le soportan y trabajan con él todo el día. Apasionados por su trabajo y que pasen la página del éxito con rapidez.
Con 2 o 3 ideas muy claras, los cimientos morales son intocables, con raíces familiares muy fuertes, aunque también los hay quienes vienen de familias rotas pero hicieron ganancia, la adversidad la mudaron en abundancia.
Uno de los valores principales que debe tener es la humildad. Es un valor que maneja bien el error y maneja bien el éxito. La humildad está educada en el aprendizaje. Te abre la mente. Estas personas cuando se han equivocado alzan el vuelo y siguen caminando. Y cuando parece que les van bien las cosas no se lo creen demasiado. (El torpe es el que cree que nunca se equivoca. El inteligente es el que se da cuenta cuando se equivoca, pero más inteligente cuando lo corrige, y más aun cuando pide disculpas.)
Otro es la constancia, la gente grande llega muy lejos porque no sólo está en “el aquí” y “el ahora”. Están pacientemente dando pasos firmes en la dirección correcta. Además es gente curiosa, y quiere rodearse de gente de talento a su alrededor. No se “comparan con”, sino que “quieren aprender de”.
Quieren gente brillante a su lado. Y es gente optimista, cuando tienen muchos motivos para ser pesimistas. Eligen el optimismo como mirada vital, justa. Y tienen sentido del humor. Creo que esto es un corolario natural de ser humilde. En lugar de tomárselo a la tremenda, tienen el humor como filtro para vivir. El humor realmente te salva de la depresión. No sólo es gente que cuenta chistes, sino que se ríen de sí mismos. Cobran distancia y perspectivas frente a sí mismos y deciden armar una relación comprensiva, amable con ellos mismos y para ello se requiere del humor. Una vez que te conoces, o te deprimes o te ríes.
El sentido del humor es el que te permite manejar el poder y no quedar pegado en sus telarañas, porque liderazgo no es sinónimo de poder. El lenguaje es muy rico, y no porque una persona ocupe el puesto de consejero delegado, de director general o de presidente tiene liderazgo. Tiene el poder, el estatus, pero no la credibilidad, la influencia, el “plus” de influencia del liderazgo. Otras personas tienen liderazgo pero a lo mejor precisamente por tenerlo no lo ven reconocido por cuotas de poder. ¿Cuánto poder tuvo Gandhi, en algunos pasajes de su vida? ¿Cuánto poder tuvo Mandela en la cárcel, aunque luego fuera pesidente de Sudáfrica? ¿Cuánto poder tenía Lincoln? Iba recogiendo errores tras errores, fracaso ras fracaso hasta llegar a la presidencia.
Toda esta gente son curiosamente seres sociales, solidarios y expansivos pero que manejan muy bien su soledad. El liderazgo tiene que ver con gente que se rodea de gente competente, influye sobre sus colaboradores pero también sabe estar en soledad. El drama del hombre moderno es que no sabe estar solo.
Con respecto al humor, si el liderazgo es un proceso de transformación, de liberar la energía y el talento de los seres humanos a los que se dirige, sí tiene que ver con institucionalizar los procesos de aprendizaje; dada nuestra condición humana, nuestra fragilidad y vulnerabilidad, siempre habrá errores. ¿Cómo manejo el error, para que sea una fuente de aprendizaje? El humor es el que te evita caer en la desesperanza, el que te evita deprimirte, el humor es el que te permite no dimitir. Creo que el liderazgo es un encargo universal que nos afecta a todos. El liderazgo es también el liderazgo de un ama de casa modesta, el liderazgo de un maestro que te hace perder el miedo a las matemáticas, el liderazgo de un médico en su consulta, que no sale en los periódicos pero que son ejercicios de influencia sobre el ser humano. Si yo fuera el directivo de una empresa, lo que me agradaría hacer es asimilarme al jardinero en un ambiente donde las plantas puedan crecer, y donde ellas crecen si tú les dejas.
Por último, un buen profesional es aquel que no está acostumbrado y centrado en el winner y el loser. Hoy puedo ser campeón, soy winner y mi ego engorda, pero mañana soy loser y me deprimo. Pero esto no es así, el concepto de éxito tiene que basarse en algo más profundo, en algo más sólido. ¿Quién define el éxito? Si lo define tu lugar en el campeonato te vas a ir a la infamia o a la depresión. Pero si soy yo quien define el éxito, seré ganador siempre. Yo he visto a mi hijo ganar partidos de tenis y le he dicho “Hoy has ganado, pero has jugado al tenis sin disfrutar” Y ha habido veces que se me ha caído la baba y realmente ha ganado el partido. Y él me dice “papá, pero si he perdido” Y yo le respondo “¿Te lo has pasado bien? ¿Has jugado tu mejor tenis, has aprendido? ¡Pues has ganado!”. El partido importante es el que se juega dentro. No estoy diciendo que no seamos ambiciosos y que no queramos ganar el partido, pero es que hay muchos partidos que sólo se pueden ganar con los demás, no contra los demás.”